Los errores humanos constituyen una amenaza significativa para la seguridad de las instituciones educativas. Datos relevantes de un informe sobre la seguridad en Colombia resaltan la influencia decisiva de la formación en esta área. Un 63% de los profesionales de seguridad identifica a los nuevos empleados sin una formación adecuada en seguridad como un riesgo sustancial para la organización. Por otra parte, un 68% reconoce que los accidentes causados por empleados son la principal razón detrás de la mayoría de los ataques cibernéticos.
Uno de los hallazgos que más llama la atención de la investigación muestra que un alto porcentaje de incidentes de seguridad se deben a acciones involuntarias o desconocimiento de los empleados. Este tipo de errores puede llevar a consecuencias como la pérdida de datos importantes o accesos no autorizados a información confidencial, comprometiendo tanto la integridad de la institución como la privacidad de estudiantes y personal.
Estas estadísticas ponen de manifiesto la necesidad crítica de una capacitación efectiva y validada. Además, con el 86% de los profesionales de seguridad afirmando que la inteligencia artificial será crucial para defenderse contra los ciberataques en el futuro, se hace evidente la importancia de desarrollar habilidades verificadas tanto en seguridad digital como en inteligencia artificial. Esta preparación es esencial para enfrentar y mitigar los problemas de ciberseguridad de manera eficaz, asegurando así un entorno educativo más seguro.
La formación integral en estas áreas no solo mejora la capacidad de respuesta frente a incidentes, sino que también eleva el nivel de competencia técnica y preparación frente a las amenazas futuras.
¿Cómo verificar que el que sabe, realmente sabe?
La recomendación de FaceIT es clara: la formación consciente e intencional basada en estándares internacionales, complementada con una validación de este conocimiento a través de una certificación internacional, no es simplemente una opción, sino una necesidad imperativa para la seguridad y eficiencia en la gestión educativa. Este enfoque no solo asegura que los administrativos y docentes estén bien preparados para manejar los desafíos cotidianos y las excepciones de seguridad, sino que también garantiza que toda la institución operará bajo las mejores prácticas globales reconocidas.
Adoptar esta estrategia resulta en la certeza de que la institución está protegida contra errores comunes y brechas de seguridad que pueden tener consecuencias devastadoras. Además, el proceso de certificación en sí mismo sirve como un punto de verificación riguroso que asegura que todos los participantes no solo han recibido la formación adecuada, sino que también han demostrado su competencia en la aplicación práctica de estos conocimientos.
Las certificaciones reconocidas internacionalmente, no solo elevan el estándar de educación y administración dentro de las instituciones, sino que también potencian la imagen y credibilidad de las mismas ante los ojos de padres, estudiantes y otros entes educativos globales. Invertir en un plan de formación y certificación es invertir en la paz mental de saber que su institución cumple con los más altos estándares de seguridad y operación eficiente.